Cómo sanar tu relación con las ventas
Mi historia
Cuando comencé con mi emprendimiento atravesé muchas dificultades y mutaciones de lo que hacía hasta que logré corporizar mi oferta.
El proceso fue largo, y algo doloroso.
En mis inicios, por el 2015, mi negocio comenzaba con un servicio de marca personal, pero enfocado en re-conectar al emprendedor con la esencia; con lo que realmente deseaba en su vida para que así pueda crear algo único y especial.
Tenía la creencia de que si una persona dejaba de decidir en base al miedo y se lanzaba a construir lo que realmente la llenaba todos los problemas de su vida se iban a modificar; porque se iba a alinear con una fuerza interna de soberanía personal.
Entonces, mientras trabajaba como abogada, hacía mis sesiones de coaching siguiendo un programa que había creado. Una mentora que me ayudaba en ese entonces, me había contactado con dos personas con las cuales hacía mi coaching de forma gratuita a cambio de un testimonio.
Ambas personas abandonaron a la segunda sesión. Eso destruyó mi autoestima.
Fue mi primer “fracaso”.
Continué siguiendo las sugerencias de mi mentora y según ella, necesitaba seguir perfeccionando la definición de mi cliente ideal...
Mi cabeza era un caos.
Fue a través de una relación que volví a reconectarme con lo verdaderamente importante en mi vida, y con las razones de por qué estaba haciendo lo que hacía (porque te aseguro, hubo un momento en que ya no sabía que estaba haciendo, me había disociado por seguir la estructura del modelo canva lean startup).
Cuando reconecté con mi sensación y propósito, conseguí las fuerzas para renunciar a mi trabajo y me permití soltar y dejar que emerja lo que tenga que emerger.
Entonces viajé a Australia; en ese entonces, mi propósito era desarrollar las bases de un libro “Liderazgo corporal” del cual se iban a desprender mis cursos.
En Australia conocí el embodiment y el coaching somático y volví así a Buenos Aires a seguir estudiando y profesionalizandome en esa rama.
Al momento de vender el método Embodied Coaching® que tanto esfuerzo me había llevado crear…. más caos.
Sufrí una depresión muy fuerte porque mi vida era mi método, no era solo un emprendimiento. Había resignado todo, todo lo “mío”, para ponerme al servicio de algo más.
Respiraba, amaba, y vivía a través de mi proyecto. Esto me llevó a no saber quien era sin mi proyecto.
Había un agujero que yo veía que necesitaba llenarse y el universo me había puesto todos los materiales para yo lo construya.
Sin embargo, no lograba vivir de ese propósito. No podía construir cansada, sin recursos, sin diversión. Era una esclava de ese propósito.
Estaba dispuesta a renunciar a todo.
Fue mi segundo gran fracaso.
Sólo quería un trabajo normal y corriente. Recuperar mi vida. Tener dinero para salir con mis amigas, volver a mi departamento, ser una mujer común y corriente.
Cuando había decidido parar, la vida me fue poniendo cosas enfrente. Personas random me cruzaban en la calle y me decían que me conocían de Instagram (jamás me había pasado hasta ese momento!), y todo se fue dando para que vuelva a ofrecer la formación.
Esta vez estaba segura de que la iba a dar, y lograr conseguir mis ventas y así fue. En el 2020 en medio de la pandemia atravesé la primera formación con mi metodología Embodied Coaching®.
Luego de ello me di cuenta de algo… no es que no se vender…. el problema tampoco es mi oferta… ¡Es que no sabía vender de forma estratégica!
Este era un problema del cual no era consciente para nada. No tenía idea de que no sabía y que había una solución para ello!
Suena tonto, pero realmente no tenía cabeza para pensar en que si podía dejarme ayudar e investigar sobre cómo vender de forma profesional y sin estrés.
Investigué todo lo que pude de forma autodidacta, que hasta me tomaron en el emprendimiento de Luana Mor como coach de negocios.
Seguí formándome, mejorando mis ventas, y así las de mis clientes
Hasta que finalmente este 2021 me certifique como Online Business Coach con Diana Zuluaga y en menos de 6 meses comencé a ganar el triple o mucho de lo que ganaba trabajando como abogada.
No solo que puedo sostenerme, maternarme, sino que también estoy abriendo la posibilidad de incluir a más personas al emprendimiento.
¿Cuál fue mi gran realización de todo este proceso?
Nadie creía en mí, no tenía en mi familia ni en mis amigos a quien seguir como referente.
Recién cuando me empieza a ir bien mi círculo íntimo acepta que estoy “trabajando de algo”.
Fue muy frustrante el proceso, me sentí muy sola, y con la etiqueta de los más cercanos de que estaba de vacaciones perdiendo el tiempo.
Aprendí a los ponchazos, de mis propios errores, pero sobre todo, de las ventas.
Si, así como escuchas. Las ventas son sagradas.
Las ventas son sagradas.
A través de la venta y la oferta de mi servicio la fui corporizando más y más.
A medida de que trabajaba me daba cuenta que el trabajo mismo y las conversaciones con mis clientes era lo que creaba mi rol en la oferta.
Entendí que las ventas tienen diferentes energías.
Que no es posible vender sin escuchar, tampoco sin autoestima, y menos cuando no tenes los límites trabajados.
Entendí que mi sistema nervioso se estaba fortaleciendo, no sólo para que me sienta mejor estar en mi cuerpo, sino que también para que exprese con más fuerza y autoridad mis propuestas en este mundo.
Conozco tu relación con las ventas.
Lograste algo increíble que queres compartir con el mundo, pero de repente te das cuenta que para vivir de ello tenes que vender algo muy personal: tu servicio.
Por más que sepas que vendes un servicio y no a vos misma, es difícil comunicárselo a tus sensaciones.
Todo tipo de estados y emociones vienen a vos en esos momentos.
Las ventas generan más ventas. Cada vez que alguien te compra es un si, y un resignificado de tu oferta.
Ventas y dinero son dos cosas diferentes
Tu relación con las ventas y tu relación con el dinero, tienen historias diversas.
No las confundas.
Podes ser una gran vendedora pero tener problemas para cuidar tu dinero, y podes ser pésima vendiendo pero tener mucha abundancia económica.
Sanar tu relación con el dinero es importante, pero no te asegura que tengas ventas.
Sanar tu relación con las ventas:
1. Volver a tu cuerpo
Cuando estás en un estado de caos y estrés no es posible tener claridad sobre tu oferta, y menos estás receptiva para ser un imán a tus clientes ideales.
Tu propósito sin tiempo libre, reconexión y descanso termina siendo tu peor pesadilla.
2. Trabajar tus límites
La forma con las cual vendemos es la misma que tenemos en nuestras relaciones, en nuestra vida. Es con la misma fuerza que lideras tu vida.
Si no tenes límites, no crecer, porque careces de estructura. Las bases se desmoronan.
3. Conectar con tu energía yan
La relación con las ventas pasa más por dejar de verte como dependiente y comenzar a verte como protagonista de tu vida. SOS TU PROPIA PROVEEDORA. Para ser eso, debes corporizar la energía más masculina y el liderazgo que requiere la venta.
4. Buscar activamente el rechazo.
Acostumbrate a escuchar el No. Muchos emprendedores nunca venden justamente porque tienen miedo de que les digan que no.
Es a través del no, y del rechazo que uno va validando, modificando y buscando nuevos puntos persuasivos de la oferta para que finalmente digan ¡SI!
¿Es algo que te gustaría trabajar?
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